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Martes, 30 de Noviembre de 2004 10:29

'Mart�n Belda, un pol�tico al servicio de Isabel II', nuevo libro del Servicio de Publicaciones.

G.C. - C.M.
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En una etapa hist�rica en la que la actividad p�blica quedaba restringida a minor�as, como corresponde a un r�gimen liberal con grandes carencias democr�ticas, el estudio de los dirigentes pol�ticos, de las �lites, adquiere una especial relevancia, sobre todo cuando nos fijamos en representantes de la casta pol�tica generalmente vinculada al poder, como es el caso del egabrense Mart�n Belda estudiado por Jos� Maria Garrido Ortega en el libro "Mart�n Belda, un pol�tico al servicio de Isabel II", fruto de un trabajo de investigaci�n que mereci� el premio Juan Valera 2002 y que ahora edita, en dos vol�menes, el Servicio de Publicaciones de la Universidad de C�rdoba en colaboraci�n con el Ayuntamiento de Cabra.

Como cuenta el autor en la Introducci�n, partiendo de una posici�n social modesta y sin m�s estudios que los elementales Belda se forj� una s�lida y destacada posici�n entre los pol�ticos del partido moderado hasta alcanzar la presidencia del Congreso de los Diputados y la cartera ministerial de Marina. Sin convicciones preconcebidas y con un acusado pragmatismo supo granjearse la voluntad de los poderosos y formar una tupida red de intereses clientelares en el sur de la provincia de C�rdoba, lo que le permiti� ser el diputado natural del distrito de Cabra durante m�s de 30 a�os. Fue tambi�n un arquet�pico valedor de los intereses de la nueva clase resultante del trasvase de tierras vinculadas tras el proceso desamortizador, la burgues�a agraria, a la que en cierta medida se incorpor� al formar un relevante patrimonio r�stico en Cabra y llevar a cabo un provechoso matrimonio que le vincul� a una familia de la burgues�a mercantil. Llegada la Restauraci�n recibi� de Alfonso XII el t�tulo de marqu�s de Cabra, en agradecimiento por los servicios prestados a Isabel II y sus desvelos en pro de la restauraci�n de los Borbones.

Aunque pol�tico de relevancia secundaria, las vicisitudes personales de Mart�n Belda, engarzadas en el contexto hist�rico de la �poca, permiten presentarlo como paradigma de una clase pol�tica y de una trayectoria que se da en otros muchos pol�ticos conservadores del reinado isabelino. Para ello se ha dispuesto de una fuente documental de excepcional inter�s, al haberse conservado una valiosa colecci�n de cerca de 500 cartas enviadas por el biografiado a su hombre de confianza en C�rdoba, Francisco Moreno Ruiz, y otras tantas de pol�ticos vinculados a ambos. Ellas permiten el acercamiento a las pr�cticas y vericuetos m�s �ntimos del caciquismo decimon�nico y a una mejor comprensi�n del reinado de Isabel II, ya que la correspondencia privada suple lagunas importantes de las fuentes documentales oficiales, period�sticas, de memorias y recursos etc...�

Al final, en palabras de Jos� Luis Casas, asistimos a un di�logo entre el individuo y su �poca, en cuyos cap�tulos se nos suministra informaci�n sobre los partidos pol�ticos, sus facciones, sus luchas a la hora de decidir la conformaci�n de gobiernos y la realidad social de una �poca en la que se consolida en Espa�a la revoluci�n burguesa, uno de cuyos exponentes es el propio Belda.