"El infinito en un junco", de Irene Vallejo

4 años 2 meses antes - 3 años 2 meses antes #107 por club-lectura
"El infinito en un junco", de Irene Vallejo Publicado por club-lectura
Decía Borges que “de los diversos instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro”, y si no más asombroso, al menos sí uno de los más perfectos. Nos estamos refiriendo, por supuesto, al libro impreso. No se trata aquí de plantear la ya cansina y aburrida dialéctica entre el libro en papel y el libro electrónico. Ambos son útiles y necesarios, cada uno a su manera y, por supuesto, totalmente compatibles, aunque como dice la escritora que hoy nos ocupa, “cuantos más años lleva un objeto o una costumbre entre nosotros, más porvenir tiene (…) Es más probable que en el siglo XXII haya monjas y libros que WhatsApp y tabletas”. Pero dejemos al libro electrónico y hablemos del impreso, que es lo que hace Irene Vallejo (filóloga clásica de formación y nacida en Zaragoza en 1979) en su maravilloso, ya desde el mismo título, El infinito en un junco, y que en el subtítulo la invención de los libros en el mundo antiguo, nos desvela de qué va a ir la cosa. Este magnífico ensayo, verdadero fenómeno editorial (a punto de salir la 19º ed. y con derechos de autor vendidos a más de 30 países), es un viaje por la Antigüedad Clásica, primero por Grecia, luego por Roma, para explicarnos con detalle, pero a la vez de forma muy amena, la invención del libro, por el que ella siente y expresa adoración desde el minuto uno. Lleno de anécdotas curiosas, el camino se nos hace corto a pesar de sus más de 400 páginas, no ya solo por su estilo cercano y ameno (para ello hace paralelismos con el mundo actual o con otros episodios de la historia, incluyendo anécdotas personales, algunas muy íntimas) sino también por su estructura en capítulos más o menos breves, que pasan de un asunto a otro con asombrosa facilidad. En la primera parte, “Grecia imagina el futuro” Irene Vallejo nos habla, entre otros muchos asuntos, de la evolución material del libro (de las tablillas al papiro como un salto lógico y a la vez mágico), de Homero (como enigma y como ocaso), de la oralidad como inicio de todo, de la invención del alfabeto (uno de los capítulos más apasionantes y sobrecogedores), del uso de la memoria y la mecánica del saber, de la aparición de las palabras díscolas en la escritura, de las librerías ambulantes, de Calímaco (considerado el padre de los bibliotecarios), de las mujeres casi borradas (con honrosas excepciones como Safo e Hypatia) a las que llama “tejedoras de historias”, de la religión de la cultura, de las enseñanzas “esquizofrénicas” de Platón, y cómo no de la mítica Biblioteca de Alejandría (de cuya destrucción da tres versiones) y a la que descubrimos como “el precedente del gran sueño europeo de una ciudadanía universal”, de manera que ”la escritura, el libro y su incorporación a las bibliotecas fueron las tecnologías que hicieron posible esa utopía”.En la segunda parte, “Los caminos de Roma”, se nos presenta al pueblo romano como al inventor de la globalización. Dice Mary Beard: “Grecia lo inventa, y Roma lo quiere”, y así “los romanos se lanzaron a hablar la lengua de los griegos, a copiar sus estatuas, a reproducir la arquitectura de sus templos, a escribir poemas de tipo homérico y a imitar sus refinamientos con celo de advenedizos”. Y, sin embargo, gracias a ellos, a los romanos, “Grecia pervive como el kilómetro cero de la cultura europea”. A pesar de tener una literatura hecha casi por encargo, Roma descubrió que “también lo que adoptamos de otras partes nos hace ser quienes somos”. Quizá esta segunda parte sea menos “apasionada” que la primera, pero aun así destacan una serie de capítulos, como el dedicado a las magníficas bibliotecas públicas, o a Ovidio, con cuya obra se “inauguró en Europa la censura moralizante, una obsesión de control que encontró aquí su primer fracaso”, y que tiene su continuación en “la dulce inercia” (“inertiae dulcedo”), del historiador Tácito, refiriéndose en este caso a la más terrible de las censuras: la de los paralizantes miedos interiores. También son interesantes el “Viaje al interior de los libros y cómo nombrarlos” (un recorrido por la forma en que se han escogido los títulos a lo largo de la historia) y el capítulo dedicado a los clásicos, en el que pone como caso curioso a Séneca, “una y otra vez ridiculizado por defender su credo de parquedad y filantropía mientras administraba sus negocios con métodos de capitalista desenfrenado”. El infinito en un junco es, en definitiva, una declaración de amor de su autora, Irene Vallejo, al libro y a la lectura, y por supuesto a todo lo que ha hecho que llegue hasta nuestros días, una declaración que le ha salido redonda: “La invención de los libros ha sido tal vez el mayor triunfo en nuestra tenaz lucha contra la destrucción. A los juncos, a la piel, a los harapos, a los árboles y a la luz hemos confiado la sabiduría que no estábamos dispuestos a perder”.
Comenzamos de esta forma tan estupenda, un curso más, el Club de Lectura UCO. Os dejamos el prólogo (sólo si estáis registrados) para que os hagáis una pequeña idea de lo que es este gran libro, y si lo queréis leer, por supuesto que lo podéis encontrar en la Biblioteca

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4 años 1 mes antes #111 por Gerad5
Respuesta de Gerad5 sobre el tema "El infinito en un junco", de Irene Vallejo
Estoy de acuerdo con el autor a mi en lo personal también me gusta más los libros impresos que los libros electrónicos pienso que si lo tengo en mi celular por una u otra razón me voy a distraer eso es lo que yo siempre les digo a mis alumnos de la escuela kinder , les recomiendo un libro impreso para que puedan desarrollar su habilidad de la lectura.

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4 años 1 mes antes #112 por [email protected]
No lo he terminado pero quiero comentar ese pasaje en el que habla de la intimidad de las lecturas con su madre, por la noche, supuso un rato mágico que se ha traducido en esta espléndida obra con tantas facetas, algunas deslumbrantes.

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4 años 1 mes antes - 4 años 1 mes antes #113 por club-lectura
Respuesta de club-lectura sobre el tema "El infinito en un junco", de Irene Vallejo
Claro, los pasajes en los que hace referencia a su vida personal en relación con los libros, son maravillosos y, además de hacerlo más cercano, le dan un toque distinto a este ya de por sí atípico ensayo. Aprovecho para dejar aquí constancia de que ayer el Ministerio de Cultura le concedió el Premio Nacional de Ensayo 2020. ¡Enhorabuena! Es un premio muy merecido, porque sin duda, es uno de los ensayos del año

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